domingo, 16 de mayo de 2010

2010 - Anestesia u olvido

Fig.Asfódelia

Anestesia u olvido (v4)
… a Elena

Casi podría verla sentada en su silla en aquella casa de techos altos y corredores largos, como eran las casas de antaño para proteger de las mudanzas del clima. Sus ojos brillaban con luz interior, aunque su retina ya no devolvía una señal de reconocimiento, en esa época empezaba a olvidar nombres, fechas y lugares, la amnesia (absoluta) llegaría algunos años después. Poco a poco los cables de sus recuerdos fueron desconectándose hasta quedar totalmente fuera del mundo actual, de lo cotidiano. Hoy, sus ojos sólo reflejan el rostro de su hijo: aún lo siente y sabe que es él, aunque quizás ya no su nombre, ni bien a bien quién es ese hombre de cuarenta y tantos que le ha dedicado una vida entera.
Con el cariño de siempre la visitábamos cuando aún era posible, y aunque ya no era la persona que tanto nos gustaba por ser honesta, sincera, espontánea y divertida. También extrañábamos sus dichos y palabras altisonantes que bien empleaba: “Son puros cabrones”… “mándalo a la chingada” etcétera. que en su boca sonaban agradables y cómicas.
En esos tiempos surgía la duda: ¿Es qué esta arteriosclerosis es un regalo, que la vida le daba al final? Trayendo el olvido del presente, del pasado y sin posibilidad de grabar el futuro. Tuvo tantas penas, sinsabores, desengaños, desolaciones, ausencias, hambres y batallas perdidas, con ese sabor agridulce reconocido tan bien por tantas mujeres.
Se podría dar gracias por ese olvido, al final solo iba a escuchar y borrar, escuchar y volver a borrar, sin los recuerdos royendo en la memoria, pero aún más en la piel y en el alma.
Esa amnesia adquirida al final de su vida le vino a dar el consuelo que sólo el olvido puede dar. Su mente de repente se había convertido en una memoria ram.

¿Pero qué que es el olvido? La definición mas acertada podría ser la acción opuesta, cuando es imposible olvidar es cuando se empieza a entender qué es el olvido. Puede ser que se ignoren o que se escojan sus rutas alternas que no por ser opciones dejan de ser engañosas: la venganza y el perdón.
Cuando no es posible olvidar se podría tomar otro camino, si se escoge la venganza, serás criticado seguramente, pero ésta te dará la fuerza de vencer en algún momento, de sentir una especie de triunfo, aunque la contrarrespuesta no se hará esperar. Por otro lado si se escoge el perdón tan encomiable, tan ensalzado por los que quieren ganar la recompensa eterna, que casi se puede sentir un ángel con todo y alas revoloteando alrededor o por el contrario se empieza a percibir un aura de santidad que te eleva sobre los demás.
¿Será el perdón algo real o será solo un autoengaño? El perdón es una acción de voluntad: -yo quiero perdonar esto o aquello, yo me hago responsable de dejar ir esto que me lastima-. Pero en los dos caminos, el olvido es el actor principal de estas tragicomedias.
En la venganza, el olvido se aferra como un náufrago a la barca, lo aprisiona, ya que si el olvido llega a la orilla y se aleja, la venganza no puede existir. Por el contrario, en el perdón, el olvido llega y se instala, y entonces no queda más que dejar ir, soltar el agravio, libera el dolor, ya no hay razón de sufrir el olvido ha llegado. Ya no recuerdas cuál era la falta, cuál fue el conflicto.

El olvido muchas veces se viste de anestesia y sólo logra que el ser anestesiado sufra menos, nunca deja de sufrir, simplemente en el adormecimiento no se da cuenta de aún le duele aunque se sienta menos. Las anestesias actuales tan variadas e ingeniosas. Las mas usadas como el alcohol que adormece ó las drogas suaves, o tranquilizantes, ambos darán un alivio temporal, un adormecimiento de los sentidos y la causa del conflicto se desdibuja y sólo se alcanza a ver el bosquejo, aunque al día siguiente o a las pocas horas, la realidad se imponga y regresen los recuerdos mas fuertes e intensos.
Están también las anestesias permanentes, con las drogas duras como cocaína, hachis, heroína, crack, opio, morfina, psicotrópicos o las recetadas para que seas feliz permanentemente: el Prozac, Aremis, Lantanon ect. que ayudan a vivir una realidad supuesta donde ya no es necesario el olvido porque el mundo se percibe “light”, “todo es bueno, tranquilo y se es tan feliz”, aparentemente.

Pero hay quien se niega a anestesiarse y prefiere intentar el olvido a secas, aunque cueste muchas noches de insomnio, muchas danzas interminables entre el corazón y la memoria, muchos vía crucis en los recuerdos corporales.
El olvido tarda, el olvido no es una conquista fácil, requiere de disciplina, requiere de tiempo, requiere de constancia. Requiere de valor.
Hoy que me veo en la necesidad de comenzar un proceso de olvido empiezo a recordar el camino tantas veces andado para poder conquistarlo, para permitirle que cruce los mares del dolor, del remordimiento, de la pena, del desamor, de la hipocresía, de las buenas costumbres, de los traumas de la infancia y de la adultez, de la vanidad, de la soberbia, de los egos exaltados, de la tristeza. Cuando haya logrado atravesar todos estos mares, el olvido llegará a la orilla y se instalará cómodamente (casi sin sentir). Cómo bien lo dijo Borges: La meta es el olvido.


La meta es el olvido (J.L. Borges)

¿Dónde está la memoria de los días
que fueron tuyos en la tierra, y tejieron
dicha y dolor y fueron para ti el universo?

El río numerable de los años
los ha perdido; eres una palabra en un índice.

Dieron a otros gloria interminable los dioses,
inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores;
de ti sólo sabemos, oscuro amigo,
que oíste al ruiseñor, una tarde.

Entre los asfódelos de la sombra, tu vana sombra
pensará que los dioses han sido avaros.

Pero los días son una red de triviales miserias,
¿y habrá suerte mejor que ser la ceniza,
de que está hecho el olvido?

Sobre otros arrojaron los dioses
la inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas,
de la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera;
contigo fueron más piadosos, hermano.

En el éxtasis de un atardecer que no será una noche,
oyes la voz del ruiseñor de Teócrito.

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